MI CAMINO DE SANTIAGO (1)

EL CAMINO FRANCÉS DESDE GALICIA
1ª etapa : Cebreiro-Triacastela (Agosto 2010)


Mi camino junto a mis amigos, comenzó en O Cebreiro (El Camino de Santiago fue para mi el camino de la soledad, de la meditación y de contacto con la Naturaleza, el camino de la alegría, de la tristeza, del desengaño, del egoísmo, me hubiese gustado dar ese primer paso y empezar a sentir la magia qué dicen que acompaña al Camino, pero no fue así.

Que sencillo parece explicar lo que es el Camino y a la vez que complicado.

Eso que cuentan de que: “conocerás gente que merecerá muy mucho la pena”, siento decir que no ha sido mi caso, “la gastronomía”, (soy gallega, así qué no me ha aportado nada nuevo), por “la hospitalidad que encontrarás...”, (ha habido de todo) y “por ti mismo..., por mil razones recorrer el Camino de Santiago” puede convertirse en una experiencia inolvidable.(Realmente si ha sido una experiencia inolvidable, pero de esas que me gustaría olvidar).

"Hacer el Camino de Santiago" puede responder a motivaciones muy diversas

De todas formas, muchos peregrinos, además de su afán de sacrificio, superación y aventura, tienen una razón especial para emprender el Camino. Y, por supuesto, yo tenía la mía, demostrarles a los demás y sobre todo a mi misma que era capaz de hacerlo y aparte de eso descubrir si realmente aportaría algo distinto a mi vida, ¿Qué me aportó?

1º.- Una experiencia: inolvidable.
2ª.- Una compañía: “inigualable”.
3º.- Un tiempo: inmejorable.
Al final del mismo lo único realmente valioso para mi, lo único que me hizo disfrutarlo y sentirme viva fue el paisaje, eterno compañero del peregrino, la naturaleza, el caminar por esos campos solitarios cargada de esperanzas, sueños y alegrías, con la ilusión puesta en la siguiente etapa. .

¿Qué fue lo que me empujó a hacer el Camino?, un reto y sobre todo la ilusión, la ilusión de compartirlo y disfrutarlo en compañía de mis amigos.

Si me preguntáis si buscaba algo os responderé: “Que no lo sé”


Domingo 1 de agosto, acabamos de llegar al Cebreiro, mañana por fin el ansiado día, el que llevamos meses planeando con tanta ilusión, mañana daré el primer paso de mi Camino, hace una tarde preciosa y soleada, damos un pequeño paseo por el pueblo, y de repente todo se empieza a cubrir de una densa niebla, pero a lo lejos en un pedacito del corazón de los Ancares, el sol le planta una dura batalla a esa espesa niebla que con su manto quiere cubrirlo todo y nos obsequia con este maravilloso paisaje,
disfruto de esos instantes mientras duran.

Esa noche nos hospedamos en la Venta Celta, así que decidimos cenar en la misma, una cena sencilla, el local estaba abarrotado, y de repente se llenó mas todavía con parte de un grupo de excursionistas que venían de dos parroquias alicantinas, muy simpáticos todos ellos y con los que volveríamos a coincidir. Ya esa primera noche compruebo que mis amigos no tiene intención de madrugar, así que decido empezar el camino en solitario, pues soy consciente que si a la mañana siguiente el día se presenta soleado, lo pasaré mal, así que me despido de mis compañeros y quedo con ellos para comer en Triacastela.

Lunes 2 de agosto: O Cebreiro-Triacastela






















Primer día de contacto con el camino, me he levantado a las seis de la mañana, es de noche en O Cebreiro hace frió, está todo cubierto de niebla, cojo mi mochila, mis bastones y por supuesto mi cámara de fotos, me dirijo a la Venta Celta a tomarme un café calentito con una tostada, el día empieza a cobrar vida y movimiento, las mesas están llenas, varios grupos de peregrinos ya están desayunando, se oye el ruido de los cubiertos y las tazas, la forma ruda y áspera y cortante de la señora que sirve los desayunos contrasta con la simpatía y amabilidad de la que nos sirvió la cena, en la puerta del local se amontonan mochilas y bastones, mi primera etapa, Santiago está a sólo 155 kilómetros..
Pero queda tanto




Tras desayunar salgo dispuesta a emprender la marcha monte arriba, primero las nieblas do Cebreiro al amanecer caminando sola y en silencio en esa primera jornada, con miedo a perderte, buscando con la mirada a alguien que preceda o anteceda a tus pasos, las flechas y mojones que te servirán de guía, cruzar unas palabras o un saludo con un desconocido. Al principio me da un poco de miedo ir sola, así que me uno a tres o cuatro personas que van a mi ritmo.
Después de un rato subiendo rodeados de una fría y espesa niebla, todavía no ha amanecido, divisamos una gran estatua sobre un pedestal de piedra. Es el Alto de San Roque, un puerto de montaña a 1270 m. La estatua representa un peregrino en dirección a Santiago. 
Desde el alto de San Roque es posible contemplar, hacia el norte, las montañas de Os Ancares, y hacia el sur la sierra de O Courel, yo no pude gozar de esas vistas espectaculares, pues la niebla tardo en levantar ese día. Seguimos andando y apenas un km más adelante llegamos al Hospital da Condesa, una aldea con una Iglesia preciosa, la pizarra cubre la nave de la iglesia y su torre cuadrada de escasa altura. Seguimos avanzando, pasamos O Padornelo y luego una cuesta muy empinada, que pensé que no se acababa, pero en realidad no era tan larga, al final el Alto do Poio (1337m), un merecido descanso, sello a la credencial y un café calentito para recuperar fuerzas, con dos compañeras con las que entablé conversación durante estos Km, pero que a partir de aquí siguieron solas pues necesitaban llegar temprano a Triacastela para poder coger sitio en el albergue ( que en estas fechas estaban saturados de peregrinos), yo no tenía ese problema, ya en el mes de marzo habíamos reservado sitios donde dormir.








De nuevo en camino, un sendero bastante recto y pegado a la carretera, a partir de aquí la afluencia de peregrinos de a pie, en bici o incluso a caballo fue en aumento, recuerdo que en un momento pasaron por mi lado una pareja de guardia civiles a caballo que me saludaron con el consabido “buen camino” y en ese momento el saludo que me vino en mente y con el qué les contesté no fue otro que “buenas posaderas”, a lo qué me dedicaron una sonrisa y siguieron con su ronda perdiéndose en el horizonte. Luego una larga caminata en línea recta y con cómoda pendiente hacia abajo, que discurre paralela a la carretera, que me lleva hasta Fonfría donde tienes que mirar por donde pisas, las calles están llenas de bostas de vaca. Una señora de avanzada edad sale a la puerta de su casa con un plato de filloas calientes, a cambio de la voluntad, pero yo paso de largo, algunos se paran a degustarlas, ¿donde está la generosidad del camino?, esto se ha convertido en todo un negocio, bien cierto es que pocos son los que dan duros a cuatro pesetas.
La primera jornada trascurría tranquila, un paso tras otro, en el medio de la niebla, que tardó mas de tres horas en levantar pero cuando lo hizo mereció la pena, de repente se divisa una aldea, O Biduedo, con una pequeña capilla, que llamó mi atención, en un recodo del camino, la niebla empezó a disiparse y como de la nada empezaron a surgir peregrinos por doquier mezclándose con el paisaje y balbuceando “buen camino”,

Al pasar O Biduedo se inicia un fuerte descenso. Ya estamos en el Concello de Triacastela , si miras al fondo del valle, se adivina el pueblo, protegido por el Monte Oribio. Pero quedan aún siete u ocho kilómetros de recorrido, de continua bajada que parece qué me machaca un poco las rodillas. Hago una última parada en Fillobal, y allí y a la sombra de un castaño, repongo fuerzas, me tomo un plátano que llevaba en mi mochila.
Triacastela estaba ahí abajo. Ya falta menos, el sol empieza a calentar con fuerza, pero hace aire y eso facilita la marcha, y el paisaje y la naturaleza que nos rodea es de lo más gratificante, acabo de pasar junto al centenario castaño de Ramil, iba a fotografiarlo, pero había demasiada gente a su alrededor, sigo andando y después de pasar por frente al albergue sigo bajando y entro por una calleja donde se ubican la Iglesia románica de Santiago y la mayoría de establecimientos privados y pensiones, hostales, bares y restaurantes pensados para el peregrino y el turista

Mis pies están respondiendo a las mil maravillas, me siento feliz, he concluido mi primera etapa con éxito, casi no me lo puedo creer, empiezo a canturrear la letra de la canción que habíamos ensayado para nuestro camino y que me ha acompañado en los momentos en que caminaba sola sin ningún peregrino a mi lado (“A Santiago voy”, de Pucho Boedo y los Tamara).

Ya en el centro del pueblo, hace calor por lo que busco un lugar en una terraza a la sombra, donde tomar algo mientras espero que lleguen mis compañeros de aventuras, los qué aun se encuentran a varios Km de distancia.

Comentarios

Deambulando con Artabria ha dicho que…
Yo quiero hacerlo desde Ferrol, para pasar por todos esos sitios que forman parte de mi vida cada día, pero todavía no le tengo fecha.
beker ha dicho que…
Es uno de los retos que tengo, seguro que algún año me lo plantearé en serio.

Saludos

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